En 1975, el C-160 Transall 50+63 se estrelló cerca del monte Malotyra, en Creta. 41 soldados y un bombero civil de la fuerza de misiles de defensa aérea y del escuadrón de transporte aéreo LTG 63 iban a bordo y se dirigían a una sesión de entrenamiento de tiro. Todos ellos perdieron la vida. Miembros de las fuerzas aéreas y del ejército recordaron y conmemoraron a las víctimas y celebraron su memoria.
La catástrofe
Hace exactamente 50 años se produjo en la isla de Creta una de las peores tragedias de la historia de las Fuerzas Armadas alemanas. El 9 de febrero de 1975, un C-160 Transall con matrícula 50+63 perdió el rumbo debido a un error de navegación y se estrelló poco después en el monte Malotyra. A bordo viajaban 41 soldados y un bombero civil que se dirigían al ejercicio de la OTAN Instalación de Disparo de Misiles de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (NAMFINATO Missile Firing Installation). El Batallón de Misiles de Defensa Aérea 39 de Süderbrarup debía participar en un ejercicio de tiro de entrenamiento con su 1er Escuadrón en Creta, pero el destino había planeado un curso diferente para ellos.
El fatídico vuelo
El avión había despegado a las 11.53 horas de la base aérea de Hohn, en Schleswig-Holstein, con una escala prevista en Nápoles para repostar. A pesar de las buenas condiciones meteorológicas iniciales, la visibilidad se deterioró en las últimas millas frente a Creta. A las 14:22, la tripulación informó de su última posición. Pocos segundos después, se perdió el contacto por radio. El lugar del accidente estaba a solo 15 millas del objetivo. El Transall se estrelló en la ladera de una montaña, en un terreno accidentado. Los equipos de rescate, incluidas las tropas de montaña alemanas, se movilizaron inmediatamente, pero las noticias que trajeron fueron estremecedoras: no había supervivientes.
Consecuencias inmediatas
Para la Bundeswehr, éste sigue siendo el accidente aéreo más grave de su historia. La noticia del accidente se difundió rápidamente y el dolor se extendió, no solo entre los familiares de las víctimas, sino también dentro de la Bundeswehr y por toda Alemania. En Süderbrarup, el hogar de la mayoría de los militares involucrados, hubo una profunda conmoción. Las investigaciones posteriores revelaron que la causa principal del accidente fue un error de navegación combinado con una información inadecuada sobre la altitud en el material cartográfico. Al parecer, el piloto no sabía que en su ruta de vuelo había una ladera de alta montaña y dirigió el avión hacia el desastroso terreno.
El destino personal
Entre los soldados debería haber estado Melf Melfsen, de Bordelum, un joven de apenas 20 años en aquel momento. Pero su padre se había negado a darle permiso para alistarse como soldado regular. Hasta el 1 de enero de 1975, una persona solo alcanzaba la mayoría de edad a los 21 años y podía decidir libremente. Debido a su edad y a la falta de consentimiento, no se le permitió volar. Esta decisión, que también provocó tensiones entre padre e hijo, probablemente le salvó la vida. Cuando se enteró del accidente, debió de pasar por una montaña rusa de emociones: Gratitud, tristeza, quizá también culpabilidad. ¿Por qué se salvó mientras sus compañeros morían?
Efectos a largo plazo
La tragedia de Creta ha dejado profundas cicatrices. Fue una llamada de atención para las fuerzas aéreas, que revisaron sus procedimientos de navegación y sus precauciones de seguridad para evitar accidentes de este tipo en el futuro. Queda el recuerdo de las 42 personas que perdieron la vida aquel día. El soldado superviviente, representante de varios otros compañeros que estaban programados para este vuelo pero no participaron por diversos motivos. Ahora vive como pensionista y antiguo agricultor y siempre lleva consigo el recuerdo de sus camaradas.
La conmemoración
Todos los años, antiguos camaradas, familiares y amigos conmemoran a las víctimas de este trágico día. En Schleswig-Holstein y Creta, los monumentos recuerdan a los fallecidos y se celebran ceremonias conmemorativas para que su sacrificio no caiga en el olvido.
En primer lugar, se celebró una ceremonia conmemorativa en el cementerio militar de Maleme. Otra conmemoración tuvo lugar en la Instalación de Disparo de Misiles de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, o NAMFINATO Missile Firing Installation Range para abreviar. Aquí se puede ver un misil Hawk y una gran lápida conmemorativa con los nombres de todas las víctimas del accidente.
La historia del Transall 50+63 y de su tripulación y pasajeros es más que una tragedia: es un recordatorio de que nunca hay que subestimar el valor de la vida y la responsabilidad en la aviación. El General de Brigada y Comandante de las Fuerzas Terrestres Arnt Kuebart dijo ante el monumento: «Nuestros compañeros fallecidos nos recuerdan y nos recuerdan que debemos vivir cada día con sentido». Nos recordaron, continuó Kuebart, que detrás de cada misión militar hay personas cuyo compromiso y sacrificio nunca deben olvidarse. El recuerdo permanece.
Bundeswehr/Febrero 11 de 2025