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Fallece el legendario piloto británico de Harrier y héroe de la aviación naval Sharkey Ward

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Cdr Nigel Sharkey Ward ©Royal Navy
Cdr Nigel Sharkey Ward ©Royal Navy

Inspirador. Dinámico. Sobresaliente. Decidido. Valiente. Apasionado. Combativo. Todo ello podría atribuirse al que posiblemente sea el aviador más famoso de la Marina en la posguerra, el comandante Nigel «Sharkey» Ward, que ha fallecido a los 80 años.

Su nombre es inseparable tanto del Sea Harrier como de la batalla por los cielos de las Malvinas hace 42 años, cuando los hombres que dirigía -unos «pocos» de los últimos tiempos- se convirtieron en el azote de los aviadores argentinos.

Ward fue el piloto de mayor rango del Harrier desplegado en el Atlántico Sur, donde el reactor se labró su nombre en la historia de la aviación frente a unas probabilidades aparentemente abrumadoras.

Convencido de las capacidades de su aparato y de los hombres que lo pilotaban y lo mantenían, libró dos batallas: una contra los detractores de Whitehall y los altos mandos militares, y otra contra los aviadores argentinos.

Durante el largo viaje a las Malvinas, insistió ante los medios de comunicación en que, en manos de sus pilotos, el Sea Harrier tenía una clara ventaja sobre su enemigo, contrarrestando la versión de que, superados en número diez a uno por su oponente, tres de cada cuatro pilotos de jets de salto no regresarían a casa.

Su confianza estaba bien fundada. En su primer día de combate, el escuadrón de Ward -que hacía honor al lema que había «tomado prestado» del mariscal Petain en Verdún: On les aura, We’ll get ‘em – derribó dos Mirages argentinos y un Canberra.

A pesar de haber sido ampliamente aclamado en los medios de comunicación y comparado con legendarios pilotos de caza de las dos guerras mundiales, Sharkey Ward no era un «as» -la definición requiere cinco «derribos» aire-aire-, pero sin duda poseía sus rasgos.

La guerra aérea llevaba tres semanas cuando Ward derribó a su primer enemigo, un avión de ataque terrestre Pucara de doble hélice, destruido a la «antigua usanza»: a cañonazos.

Ese mismo día, el 21 de mayo, mientras volvían a dar cobertura a las fuerzas anfibias que desembarcaban en la bahía de San Carlos, Ward (uno) y su copiloto Steve Thomas (dos) derribaron tres Dagger argentinos con misiles Sidewinder en un enfrentamiento que duró apenas 60 segundos.

La última victoria del comandante del escuadrón en el conflicto fue un transportador Hércules derribado por una combinación de Sidewinder y cañón el 1 de junio.

Voló más de 60 salidas durante la Operación Corporate, de día y de noche, a menudo con mal tiempo, ya que el invierno se había instalado cuando terminó el conflicto.

Gracias a la pericia de los pilotos y a las capacidades únicas del Sea Harrier, los jets derribaron 20 aviones argentinos sin pérdida en combates a cara de perro (dos Harriers se perdieron por fuego antiaéreo y cuatro por accidentes), lo que les valió el apodo de «La Muerta Negra».

Ward se enfrentó al comandante de la fuerza de tarea, el almirante Sir Sandy Woodward, y a su personal, cuyas órdenes, a ojos del piloto del Harrier, «carecían totalmente de sentido».

Sharkey Ward hizo caso omiso, lo que, en retrospectiva, era lo correcto, como reconoció el almirante Woodward. Si no lo hubiera hecho «podríamos haber perdido la guerra».

En cambio, el comandante del Sea Harrier fue condecorado con la Cruz de Servicios Distinguidos tanto por su liderazgo («inspirador y dinámico») como por sus hazañas en los cielos de las Malvinas como «piloto destacado y exitoso del Sea Harrier», en palabras de su mención.

Hijo de un oficial de la RAF, Nigel Ward ingresó en la Royal Navy en 1962 y pasó los cuatro primeros años de su carrera como oficial de guerra, antes de emprender la formación de piloto de reactores rápidos.

Al terminar en 1969, pilotó primero cazas Sea Vixen y luego el legendario F4 Phantom, ascendiendo a piloto principal del 892 Naval Air Squadron.

Cuando terminó su etapa en los Phantom, fue destinado al Ministerio de Defensa como oficial responsable del desarrollo de la variante naval del famoso «jump jet» británico.

Comenzó así una relación de casi una década con el avión -que le valió un segundo apodo: Mr Sea Harrier-, primero porque ayudó a desarrollarlo como caza naval, después al mando de la unidad encargada de introducirlo en servicio y, una vez que lo estuvo, acabó siendo nombrado oficial al mando del 801 Naval Air Squadron.

Tras las Malvinas, Ward permaneció en el servicio como asesor de guerra aérea en el Ministerio de Defensa antes de abandonar la Royal Navy en 1985.

En la vida civil se dedicó a la seguridad marítima y al turismo, y escribió un best seller de memorias, Sea Harrier Over the Falklands, antes de establecerse en Granada, desde donde siguió defendiendo con vigor el poderío aeronaval.

El actual Jefe de la Flota Aérea, Contralmirante Anthony Rimington, declaró que el Comandante Ward había dejado su impronta en la historia de la aviación naval.

«Además de ser un destacado piloto de caza, el comandante Nigel ‘Sharkey’ Ward fue el más firme defensor del poder basado en portaaviones, y aprovechó la oportunidad para practicar lo que predicaba con un efecto demostrativo, tanto durante su servicio en la guerra de las Malvinas como después», añadió.

Royal Navy/Mayo 22 de 2024

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